Pocos enclaves religiosos gallegos (excepción hecha de los grandes centros de peregrinación, como Santiago de Compostela o San Andrés de Teixido, y de algún santuario más, considerado escenario de milagros frecuentes) están tan presentes en el imaginario gallego como San Xoán de Caaveiro. Bien puede decirse, sin temor a exagerar, que Caaveiro ha generado su propia literatura. Una literatura que arranca de la tradición oral, vertebrada fundamentalmente alrededor de la magna figura de San Rosendo, y que culmina ya en nuestro tiempo con poetas de la talla de Ramiro Fonte y de César Antonio Molina. De San Rosendo, sin ir más lejos, se cuenta -bueno, se cuenta esto y mucho más, por supuesto: las versiones del relato popular son casi infinitas- que iba a Caaveiro a descansar de los quebraderos de cabeza que le causaban sus obligaciones como obispo; y que allí, tras arrepentirse de lo para él era un gesto de soberbia, recibió el perdón del Cielo, que hizo que reencontrase en el estómago de un pez el anillo episcopal que había arrojado al río.
Fuente La voz de Galicia