SALVEMOS LAS ARQUITECTURAS POPULARES DE AS FRAGAS DO EUME

Días atrás, un artículo de La Voz
nos alertaba sobre el estado del monasterio de Monfero; sin duda, con el de
Caaveiro, una de las joyas arquitectónicas de As Fragas do Eume. A ambos podríamos denominarlos arquitecturas
cultas o de autor. Pero en este privilegiado enclave natural encontramos otras
arquitecturas populares de autor anónimo que corren grave peligro de
desaparición.
En estos últimos años he podido
constatar el acelerado deterioro de muchas de ellas. Entre las causas de dicho
deterioro se encuentran: el abandono
de los lugares por parte de la
población; la descontextualización de las construcciones; una incorrecta
utilización de materiales e instalaciones; la adición de nuevos elementos a la
tipología tradicional; la
sustitución de formas de
producción artesanal por industrial; técnicas de conservación inadecuadas o , simplemente, la inacción ante el paso del
tiempo.
Y para ilustrar al lector, he aquí algunos ejemplos: el horno de una
herrería medieval que queda en pie en el regato
da ferreiría, en el límite de los concellos de Monfero y Pontedeume, antaño
propiedad del monasterio de Caaveiro, hace unos meses ha perdido casi la mitad
de su muro de piedra. Una de las escasísimas “hórreas” o graneros que existen
en esta comarca, languidece en O Valado-Monfero. El machuco o martinete de
Cabalar en el concello de A Capela, singular muestra de la energía hidráulica
aplicada a la transformación del hierro, con casi tres siglos de antigüedad, se encuentra derruido; la preciosa capilla
medieval de A Ermida, en Queixeiro- Monfero, con pinturas en su interior, tiene
su fachada a punto de desplomarse, lo que ya ha sucedido con la cubierta del
atrio de la de santo André, no muy distante, o la de san Antón, en Bermui- As
Pontes- que está absolutamente inservible.
Otro tanto podríamos decir de construcciones de menor entidad
constructiva, pero no por ello menos importantes desde el punto de vista
etnográfico como las curripas, para
recoger las castañas, los cabanos, alpendres,
palleiras, hornos, hórreos, fuentes,
lavaderos, molinos, etc… La lista sería interminable.
En el capítulo de la arquitectura e ingeniería industrial, tenemos una
importante deuda con la antigua central eléctrica de A Ventureira, cuya vida
útil se extinguió a mediados del XX al entrar en funcionamiento la nueva central
del Eume. Sus instalaciones son pasto del saqueo de los depredadores después
de haber provisto de energía eléctrica a
una parte de la provincia.
El malogrado anteproyecto de conversión en museo
habría que recuperarlo para poner en valor un elemento tan valioso de la
arqueología industrial.
Cuando nuestros gobernantes nos anuncian inicios de recuperación
económica, es el momento de ir estimulando actuaciones de rehabilitación para
dinamizar el sector de la construcción, totalmente deprimido, a la vez que se
recupera un patrimonio esencial para nuestra memoria colectiva.
También sería
deseable una mayor toma de conciencia popular sobre la importancia de estos
elementos etnográficos, haciendo compatible el necesario desarrollo y evolución
de las condiciones de vida de los habitantes del territorio con la preservación
y conservación de este legado centenario. Para ello deben llevarse a cabo
políticas de ayudas para su sostenibilidad y el imprescindible asesoramiento y
asistencia desde las administraciones autonómica y local preferentemente, por
estar más cercanas a esta realidad, ya que si no, en muchos casos asistiremos a
su desaparición.